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Alfa y Omega

No pienses

Y amaneció, un nuevo día le saludo. Era el momento, o ahora o nunca. Se puso sus pantalones raídos, su camisa blanca de hace una semana y esos botines que le aprietan tanto. Fuera, en la calle, la gente pasaba y volvía sin nada que decirse, las miradas de hostilidad eran sustituidas por las de indiferencia, y el ligero calor que empezaba a notar ya a estas alturas de la mañana le dijeron que seria un día muy caluroso.

Caminaba por la sombra, sin la prisa de la gente a su alrededor. Miraba escaparates y reflejos de luz en cristales. La gente del otro lado caminaba al mismo ritmo que este, sin darse cuenta que si seguían saldrían de la realidad y no existirían más. Siguió acercándose, allí su destino, con forma de edificio alto silueteado por el cielo azul le esperaba. Cerca el sonido de una fuente empezaba a calmar los ánimos. Pero eso no le freno, entro directo en el portal y empezó a subir las escaleras sin poder esperar el ascensor. Cuando llego al 5º piso allí estaba la puerta, retándole. Decidió tocar y casi al mismo tiempo que lo hacia se arrepentía. Y encima esos botines seguían escociéndole el talón.

La puerta era un muro. Un muro capaz de juzgarle, estaba aquí, no se había permitido pensar mucho para que no se echase atrás. Y ahora que quería huir por su estupidez, oyó los pasos acercándose, ella medio dormida todavía, abrió la puerta, y se le quedo mirando. Él sin saber que decir dijo todo y nada pues ella no supo entenderlo. El rojo de su cara fue suficiente y ella le invito a pasar.

Sus corazones se sincronizaron por un momento y el mundo tuvo todos los sentidos en un solo instante. Fuera la gente seguía paseando, ¿estos tres granos de arena podrían mantenerse suficiente tiempo para que valiese la pena? El tiempo lo diría, ahora no había tiempo de pensar. Los botines que le apretaban tanto dejaron de importarle.

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